Howard Phillips Lovecraft nació en Providence, Estados Unidos, 20 de agosto de 1890 – y murió el 15 de marzo de 1937. Más conocido como H. P. Lovecraft, fue un escritor estadounidense, autor de novelas y relatos de terror y ciencia ficción. Se le considera un gran innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia (los mitos de Cthulhu), desarrollada en colaboración con otros autores y aún vigente.
Su obra constituye un clásico del horror cósmico, una corriente que se aparta de la temática tradicional del terror sobrenatural (satanismo, fantasmas), incorporando elementos de ciencia ficción (razas alienígenas, viajes en el tiempo, existencia de otras dimensiones). Lovecraft cultivó asimismo la poesía, el ensayo y la literatura epistolar. Se le considera uno de los autores más influyentes del siglo XX en el género de la literatura fantástica.
Desde pequeño, Lovecraft ya tenía tendencias diferentes a las de los demás chicos de su edad. Su madre, que no le dejaba jugar con sus amigos porque los consideraba de «menor categoría» o de «clase baja», lo aislaba de los demás y le decía que era realmente feo y que nunca llegaría a nada. Con un ambiente tan depresivo y tan poco apoyo por parte de sus padres, empezó a ser normal que el pequeño Howard hiciera de los oscuros bosques y cuevas su parque de juegos. Allí, completamente solo, se dedicaba a dejar volar su imaginación, pensando en hadas y extraterrestres (elementos que luego plasmaría en sus novelas claro). Mientras que los demás niños jugaban a pelearse o a hacer deporte, él se dedicaba a hacer representaciones históricas o a leer.
– Por supuesto, el joven Lovecraft amó siempre la literatura: A los dos años ya recitaba poesía, podía leer a los tres años y escribir a los 6. A los cinco años ya había leído una adaptación de la «Ilíada» y «Las mil y una noches». Su género favorito era el policíaco, afición que lo llevaría a crear, a los trece años, una agencia de detectives llamada «Agencia de detectives de Providence» (Providence era su lugar de nacimiento). Sin embargo, ese juego enseguida le cansó y volvió a la literatura.
El erudito lovecraftiano Rafael Llopis escribió sobre el autor: «Educado en un santo temor al género humano (exceptuando de este a las “buenas familias” de origen anglosajón), creía que nadie es capaz de comprender ni de amar a nadie y se sentía un extranjero en su patria. Para él “el pensamiento humano […] es quizá el espectáculo más divertido y más desalentador del globo terráqueo”».
– Se dice que, cuando empezó a descubrir la mitología clásica de los romanos y lo griegos, construyó altares para dioses como Artemisa, Apolo y Saturno. Todo ello influido por estas obras que tanto le fascinaban. Gracias a ellos, Lovecraft obtuvo la inspiración para muchas de sus criaturas mitológicas.
– Con sólo 16 años, tuvo en mente suicidarse, debido a la muerte de su abuelo, uno de los familiares con el que más contacto tenía. Lovecraft vivía como un ermitaño, viviendo sólo con su madre, y pensando en estudiar astronomía. Sin embargo, nunca consiguió ese objetivo, ya que, por desgracia para él (y por suerte para todos los aficionados a la lectura), se le daban muy mal las matemáticas.
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The Penguin Encyclopedia of Horror and the Supernatural recoge sobre el escritor de Providence: «Algunos han criticado sus obras por su estilo ampuloso, repleto de adjetivos, pero la armonía y el equilibrio en sus mejores cuentos justifican plenamente esa práctica como deliberada. Se formó a conciencia en este género apropiándose de sus recursos, manipulándolos a su antojo y llevándolos al límite con convincente facilidad. Lovecraft dedicó gran atención a la estética de la literatura de terror, como atestiguan numerosos pasajes de sus cartas. El largo ensayo El horror sobrenatural en la literatura (1927, revisado en 1936) representa una exposición competente de los principios del relato sobrenatural, demostrando un dominio exhaustivo de la materia. En él trató de definir el atractivo peculiar de la historia de terror, en la que «debe haber presente una cierta atmósfera de mortal terror inesperado a fuerzas exteriores desconocidas», y describió la evolución de la novela gótica a través de las obras de Walpole, Radcliffe, Lewis y Maturin»
– A lo largo de toda su juventud iría adquiriendo los rasgos que mantendría el resto de su vida. Por ejemplo, se declaró ateo con sólo 5 años, influido por la literatura que iba leyendo; desarrolló un fuerte racismo (se cree que este aspecto se fortalecería cuando, mientras vivía en New York, no obtuvo trabajo mientras que unos inmigrantes sí lo hacían); tenía miedo al mar, lo odiaba, posiblemente debido a una intoxicación que sufrió con el pescado de pequeño (de hecho, si lo miramos bien, la mayoría de sus monstruos provienen del mar); odiaba la luz, de hecho durante la noche es cuando más actividad tenía, es cuando leía, escribía y paseaba; y desconfiaba del género humano, pese a ser pacifista, por lo que pensaba que la guerra era algo que debía acompañar a la humanidad hasta su fin (quizás como causante de su fin).
– Incluso con 37 años, su personalidad y costumbres depresivas se acentuaron más aún. Le encantaba pasear de forma solitaria por la noche, visitando cementerios, como si de un fantasma se tratara. Amaba la soledad, su ambiente fantasmal y terrorífico. Durante ese período publicó algunas de sus obras más importantes, coincidiendo con una de sus épocas más emocionalmente tristes.
– También empezó a sentir una extraña sensibilidad a las bajas temperaturas (aspecto que proviene seguramente de su carácter enfermizo). Le resultaba muy incómodo, casi inaguantable, estar en un lugar que tuviera menos de 20º.
– Durante sus últimos años su carácter enfermizo aumentó, adquiriendo un problema de desnutrición grave. Lovecraft murió el 15 de marzo de 1937, debido a un cáncer intestinal.
«No está muerto lo que puede yacer eternamente,
y con extraños eones incluso la muerte puede morir»
– Cabe destacar también, como curiosidad final, que Lovecraft nunca publicó un libro, siempre envió pequeños relatos a periódicos y revistas. Han sido necesarios casi treinta años después de su muerte para que se empezara a reconocer la obra de Lovecraft y se publicaran libros con sus obras. Esto fue posible gracias a un grupo de escritores a los que ayudó Howard, un grupo llamado «El círculo de Lovecraft». Gracias a sus seguidores, sus obras han llegado hasta nuestros días.