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Juego de Tronos y la Europa medieval: claves históricas de una saga épica

julio 3, 2025

En las heladas tierras más allá del Muro, los muertos caminan. En el Norte, la Casa Stark se alza como un bastión de honor frente a la tormenta que se cierne sobre los Siete Reinos. Al sur, mientras el trono de hierro sigue siendo el premio de una guerra interminable, Cersei Lannister urde sus intrigas desde Desembarco del Rey, decidida a aniquilar a sus enemigos, incluida la enigmática Daenerys Targaryen, la princesa exiliada que desde Essos ha conquistado ejércitos, corazones y ciudades.

Game of Thrones, la adaptación televisiva de la saga Canción de Hielo y Fuego, no solo ha conquistado pantallas y lectores: ha despertado un renovado interés por la historia, la política y las pasiones que marcaron a fuego los siglos más turbulentos de Europa. En este artículo exploramos las claves que enlazan el universo de George R. R. Martin con las realidades —a veces más crudas aún— de la Edad Media.

Realismo brutal y tragedia sin redención

Uno de los sellos de Juego de Tronos es su crudeza narrativa. A diferencia de otros relatos de fantasía heroica, donde los protagonistas son protegidos por el velo del destino, Martin derrumba cualquier ilusión de seguridad. Aquí, los héroes mueren. Los villanos triunfan. La traición no es una excepción, sino el pulso natural del poder.

Detrás de esta estructura implacable se halla una voluntad consciente del autor: subvertir la épica convencional para acercarse al caos imprevisible de la historia real. Como él mismo ha confesado, la muerte de Gandalf en El Señor de los Anillos le impactó profundamente. Esa osadía narrativa lo llevó a concebir una saga donde ningún personaje es intocable. La historia, como la vida, no tiene garantías.

Inspiraciones históricas: entre la rosa roja y la blanca

El conflicto central entre los Stark y los Lannister hunde sus raíces en la Guerra de las Dos Rosas, la sangrienta lucha que desgarró Inglaterra entre 1455 y 1487, enfrentando a la Casa Lancaster (rosa roja) y la Casa York (rosa blanca). Como en Poniente, ambas casas reclamaban legitimidad al trono, y sus pugnas dejaron un reguero de muertos, traiciones y alianzas que marcaron el fin de la dinastía Plantagenet.

El ascenso de los Tudor, consolidado con el matrimonio entre Enrique VII y Isabel de York, selló la paz… al menos en apariencia. Del mismo modo, Juego de Tronos se construye sobre esa tensión irresuelta: la promesa de unidad tras la devastación, siempre amenazada por la próxima ola de ambición.

“Los Reyes Malditos”: la novela que inspiró la saga

George R. R. Martin ha reconocido abiertamente su admiración por la serie Les Rois Maudits (Los Reyes Malditos) del escritor francés Maurice Druon. Ambientada en la Francia del siglo XIV, narra la maldición lanzada por el último Gran Maestre templario sobre el rey Felipe IV y sus descendientes, desencadenando una serie de tragedias dinásticas y guerras por la sucesión.

Para Martin, los Capetos y los Plantagenet superan en complejidad a los Stark o los Lannister. Y no sin razón: el príncipe débil y sádico Luis X podría ser un espejo histórico de Joffrey; la vengativa Isabel de Francia, un reflejo de Cersei. La historia alimenta la ficción, pero la ficción, en manos de Martin, la vuelve carne, fuego y cenizas.

La Boda Roja y la Cena Negra

Uno de los momentos más infames de la serie, la Boda Roja, encuentra su eco en un hecho real ocurrido en la Escocia de 1440. La llamada “Cena Negra” se dio cuando el joven conde de Douglas, apenas un niño, fue invitado al castillo de Edimburgo junto a su hermano. Al término del banquete, un tambor marcó el inicio de su ejecución. La traición disfrazada de hospitalidad dejó una huella imborrable en la historia escocesa. Martin no inventó esa barbarie: simplemente la devolvió al lector, magnificada.

La batalla de Aguasnegras y el fuego griego

Cuando Stannis Baratheon sitia Desembarco del Rey, los alquimistas del reino responden con fuego valyrio: una sustancia que arde incluso sobre el agua. Inspirado en el mítico fuego griego del Imperio bizantino —arma secreta que protegió Constantinopla durante siglos—, el fuego valyrio transforma la batalla en una danza de llamas verdes y cuerpos calcinados.

Aquí, nuevamente, la historia alimenta la imaginación. El uso del fuego como ventaja estratégica no es nuevo, pero en manos de Martin se vuelve leyenda.

Costumbres y atrocidades medievales

Juego de Tronos no se limita a recrear guerras o castillos. Recupera instituciones, ritos y crímenes que fueron parte inseparable de la Edad Media. Los juicios por combate, por ejemplo, fueron una figura reconocida en el derecho germánico. El “paseo de expiación” de Cersei no es invención: evoca rituales de humillación pública aplicados sobre todo a mujeres acusadas de adulterio.

Incluso las relaciones incestuosas, tabú central en la historia de los Targaryen, hunden sus raíces en las dinastías reales del Egipto faraónico o en los Habsburgo europeos. Martin no inventa la oscuridad: la recoge de las entrañas de la historia.

George R. R. Martin: periodista de la fantasía

Nacido en 1948 en New Jersey, Martin comenzó su carrera como periodista. En sus propias palabras, fue el periodismo el que le enseñó a escribir “de forma seria” y a quitarse la máscara de niño solitario. En los años 80 trabajó como guionista de series televisivas como La dimensión desconocida y La bella y la bestia. Pero su legado más duradero comenzó en 1996, con la publicación del primer volumen de Canción de Hielo y Fuego.

A día de hoy, ha publicado siete libros de la saga, además de novelas independientes, relatos y ensayos. Sus obras han sido traducidas a más de 47 idiomas y superan los 85 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Su universo se convirtió en un fenómeno mundial gracias a la serie de HBO, estrenada en 2011, cuya última temporada, aunque polémica, cerró una era de oro para la televisión contemporánea.

Lo que falta por escribir

Las temporadas finales de la serie se desarrollaron sin los manuscritos completos de Martin. Dos libros permanecen inéditos: Vientos de Invierno y Sueño de Primavera. En ellos, quizá, los destinos de los personajes aún podrían bifurcarse, redimirse… o hundirse más en la oscuridad.

Sea cual sea su final, Juego de Tronos ha marcado un antes y un después en la narrativa contemporánea. No por sus dragones, sino por haber devuelto al lector moderno las tensiones eternas entre poder, honor, traición y muerte. Porque como en la historia real, en Poniente la verdad no está en el trono, sino en quienes están dispuestos a morir por él.