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Magia y brujería: dos caras del mismo poder en la literatura fantástica

mayo 2, 2025

La brujería ha sido una fuente inagotable de inspiración en la literatura de fantasía y ciencia ficción, ofreciendo una rica variedad de personajes, mundos y tramas que exploran lo místico, lo oculto y lo sobrenatural. A continuación, se presenta una selección de las obras más destacadas en este ámbito, acompañadas de una matriz que detalla el título, el autor y el año de publicación:

Título de la obra Autor/a Año de publicación
Harry Potter (serie) J.K. Rowling 1997–2007
A Discovery of Witches Deborah Harkness 2011
His Dark Materials (trilogía) Philip Pullman 1995–2000
Discworld (serie) Terry Pratchett 1983–2015
Winternight Trilogy Katherine Arden 2017–2019
The Kingston Cycle (trilogía) C.L. Polk 2018–2021
Awakened A.E. Osworth 2025
Serpent & Dove Shelby Mahurin 2019
Practical Magic Alice Hoffman 1995
The Year of the Witching Alexis Henderson 2020

1. Harry Potter – J.K. Rowling (1997–2007)

La serie Harry Potter revolucionó la literatura juvenil y de fantasía, narrando las aventuras de un joven mago en la escuela de magia Hogwarts. Con más de 600 millones de copias vendidas, se convirtió en un fenómeno cultural global. Rowling enfrentó múltiples rechazos editoriales antes de que Bloomsbury aceptara publicar la serie, que posteriormente se adaptó al cine con gran éxito.

2. A Discovery of Witches – Deborah Harkness (2011)

Esta novela combina historia, ciencia y romance, siguiendo a Diana Bishop, una historiadora y bruja que descubre un manuscrito mágico. La obra ha sido elogiada por su enfoque erudito y se adaptó a una serie de televisión.

3. His Dark Materials – Philip Pullman (1995–2000)

La trilogía explora temas filosóficos y teológicos a través de un mundo paralelo donde la magia y la ciencia coexisten. Pullman se inspiró en su infancia en Australia y en su crítica al dogmatismo religioso. La serie ha vendido más de 49 millones de copias y ha sido adaptada al cine y la televisión.

4. Discworld – Terry Pratchett (1983–2015)

Con más de 40 novelas, Discworld es una serie satírica que parodia diversos aspectos de la sociedad a través de un mundo plano sostenido por elefantes y una tortuga gigante. Pratchett enfrentó desafíos de salud al final de su vida, pero continuó escribiendo hasta su fallecimiento en 2015.

5. Winternight Trilogy – Katherine Arden (2017–2019)

Inspirada en el folclore ruso, esta trilogía sigue a Vasilisa, una joven con la capacidad de ver criaturas mágicas. Arden, con estudios en literatura rusa, vivió en Moscú, lo que influyó en la autenticidad de su narrativa.

6. The Kingston Cycle – C.L. Polk (2018–2021)

Ambientada en una versión alternativa de la Inglaterra eduardiana, esta trilogía aborda temas de clase, género y poder a través de personajes LGBTQ+. La primera novela, Witchmark, ganó el World Fantasy Award en 2019.

7. Awakened – A.E. Osworth (2025)

Esta novela contemporánea presenta a un personaje que adquiere la capacidad de entender todos los idiomas, explorando temas de identidad y tecnología. La obra ha sido elogiada por su originalidad y profundidad emocional.

8. Serpent & Dove – Shelby Mahurin (2019)

La historia de una bruja y un cazador de brujas obligados a casarse, explorando temas de amor y aceptación. La novela fue un éxito de ventas y generó una trilogía.

9. Practical Magic – Alice Hoffman (1995)

Esta novela sigue a las hermanas Owens, brujas que enfrentan una maldición familiar. La historia fue adaptada al cine en 1998 y ha mantenido su popularidad a lo largo de los años.

10. The Year of the Witching – Alexis Henderson (2020)

Ambientada en una sociedad puritana, la novela aborda temas de opresión y empoderamiento femenino a través de la historia de una joven que descubre su herencia mágica.

Estas obras destacan por su capacidad para entrelazar elementos mágicos con cuestiones sociales y personales, ofreciendo a los lectores una exploración profunda de la brujería en contextos diversos.

Magia y brujería: diferencias literarias

En el seno de la literatura de fantasía y ciencia ficción, los conceptos de magia y brujería han sido tratados con particular reverencia, aunque a menudo son confundidos o utilizados indistintamente. Sin embargo, una lectura atenta y un análisis estructural de las obras más influyentes permiten trazar líneas claras que separan ambos términos, no solo en lo conceptual, sino en lo simbólico y narrativo.

La magia, en términos generales, se presenta como una fuerza impersonal, un sistema estructurado de conocimiento y poder que puede ser estudiado, dominado y aplicado, casi como una ciencia arcana. Aparece codificada, regulada por leyes internas, y a menudo es patrimonio de escuelas, gremios o castas como los magos, hechiceros o alquimistas. En este marco, el practicante de magia es muchas veces un erudito, un sabio o un ingeniero del mundo invisible. Así la vemos en El nombre del viento de Patrick Rothfuss o en Elantris de Brandon Sanderson, donde la magia se construye con lógica y reglas, integrándose en una cosmogonía racional.

La brujería, en cambio, suele asociarse con lo instintivo, lo salvaje, lo prohibido y lo femenino. Está vinculada a fuerzas naturales, espirituales y primordiales que trascienden la comprensión lógica. A menudo es un poder heredado, transmitido en secreto, y su aprendizaje no depende tanto de libros como de ritos, linajes, pactos o revelaciones. La bruja —ya sea temida o venerada— es una figura liminal que habita entre mundos: el de los vivos y los muertos, el civilizado y lo salvaje. En obras como Practical Magic de Alice Hoffman o The Year of the Witching de Alexis Henderson, la brujería se manifiesta como una forma de resistencia ancestral, profundamente personal y emocional, que desafía las estructuras patriarcales o religiosas de su entorno.

Este contraste tiene una raíz profunda en la tradición literaria y cultural occidental. Mientras que la magia fue progresivamente blanqueada y racionalizada por la figura del mago cortesano o académico (como Merlín en las leyendas artúricas o los Istari de Tolkien), la brujería permaneció en los márgenes, ligada a la herejía, la sospecha y la transgresión. En muchos sentidos, la bruja encarna la rebeldía frente al orden impuesto.

Para los escritores que se adentran en este territorio, es recomendable tener en cuenta los siguientes elementos esenciales al construir historias de brujería y magia:

  1. Simbología profunda: la brujería siempre está cargada de símbolos —círculos, sangre, luna, fuego, cuervos, espejos— que remiten a lo oculto y lo atávico. Su uso debe estar cargado de sentido dramático y temático.

  2. Sistema de poder coherente: ya sea estructurado (magia) o caótico (brujería), el poder debe tener límites, costes y consecuencias. Esto sostiene la tensión narrativa y evita el deus ex machina.

  3. Conexión con lo social: las historias más memorables son aquellas donde el uso de la magia o la brujería refleja conflictos sociales reales: persecución, represión, emancipación, desigualdad, memoria colectiva.

  4. Dimensión espiritual o metafísica: lejos de ser meras herramientas, estos poderes deben reflejar una cosmovisión. ¿Qué significan la vida, la muerte, el alma, el destino en ese mundo? La brujería suele ir de la mano de lo numinoso y lo ancestral.

  5. Personajes complejos y marginales: la literatura de brujas y magos florece cuando los protagonistas están en tensión con su entorno: solitarios, incomprendidos, perseguidos, o a medio camino entre la luz y la sombra.

Comprender y respetar estas diferencias no solo enriquece la narrativa, sino que permite a los lectores conectar con arquetipos poderosos que trascienden las modas del género. En la conjunción —y también en la confrontación— entre magia y brujería, se encuentra una de las raíces más fértiles del imaginario fantástico. ¿Qué tipo de poder elegirá tu personaje? ¿Qué precio estará dispuesto a pagar? Estas son, al fin y al cabo, las preguntas esenciales que toda gran historia de hechicería debe hacerse.